Uno de los fallos más comunes que cometemos al hacer dieta es que al final acabamos comiendo siempre lo mismo. Bien sea por que no tenemos ideas para elaborar recetas o bien sea porque no estamos acostumbradas a los nuevos alimentos, podemos caer en el error de consumir casi cada día las mismas verduras o carnes.
Pero esto no ha de ser así por varios motivos. El primero es obvio, porque nos aburriremos al poco tiempo y acabaremos dejando la dieta de lado para degustar los platos que ya sabemos que nos gustan, y que probablemente sean más calóricos. El otro, que nuestro cuerpo puede acostumbrarse a la ingesta de los mismos nutrientes a diario y adecuarse a ella, con el resultado de que nuestra pérdida de peso será más lenta.
Intenta visualizar tu plato dividido en cuatro porciones. Una de ellas es para los carbohidratos (pan, pasta, patatas,...), otra porción para las proteínas (huevo, carne, pescado,...), y las dos últimas para las verduras. Con esta proporción puedes elaborar multitud de platos. ¿Qué te parece una ensalada verde, un filete de pavo a la plancha cocinado con una chucharadita de aceite de oliva y 40g. de pan? ¿Y qué tal lomo de merluza al horno con pimiento verde, rojo y una patata asados?
Prueba a experimentar con las sopas y caldos. En primavera se pueden tomar templados o fríos y constituyen no sólo un excelente e hipocalórico primer plato sino un saciante bajo en calorías para picar entre horas. Cuando hagas caldo de pollo casero puedes reservar unos vasos para tomar templado entre horas. O puedes probar con la sopa de tomate. Solo contiente unas 100kcal por plato y está deliciosa.
Recuerda que la variedad es importante para tener suficientes nutrientes y para disfrutar también de la dieta.